La arquitectura surge de la necesidad de dar refugio a los seres humanos frente a la climatología. Posteriormente se adhiere a esta componente práctica la estética. Por ello, generar un 'refugio' que nos proteja del exterior al tiempo que nos permite estar en perfecto contacto con el mismo por los dos costados es una idea realmente atractiva. De esa premisa surge la reforma de esta vivienda, abierta al exterior mediante un patio trasero. Además de ello, como siempre, la luz natural penetra en el interior mediante lucernarios y particiones interiores coronadas con vidrio que aportan luz cenital a todo el espacio. El programa se divide en dos alturas, la inferior con el programa de día y la superior que recoge los dormitorios y demás usos nocturnos. El patio trasero puede leerse tanto como una continuación en el exterior de la vivienda, como una prolongación del jardín que culmina en una barbacoa y cenador de verano. Y es esta dualidad precisamente la que permite que se desdibujen los límites entre los espacios arquitectónicos.
